La técnica

Nos sentamos en el suelo tomando una postura estable. Ante la duda de poder mantener la quietud sentados en el suelo es preferible que nos sentemos en una silla, para que el dolor de rodillas, cadera o espalda no nos dificulte la concentración.

Si estamos en el suelo cruzamos las piernas de forma confortable, colocamos la mano izquierda bajo la derecha, relajadas en el regazo. Si meditamos sentados en una silla los pies se colocan paralelos apoyados en el suelo y la espalda se mantiene derecha tratando de no apoyarla.

Llevamos los hombros ligeramente hacia atrás, los relajamos, estiramos la espalda desde la región lumbar hacia las cervicales. Levantamos la barbilla levemente y la metemos hacia dentro sin bajar la cabeza.

Acercamos la lengua al paladar, la punta toca el paladar por detrás de los dientes superiores.

Cerramos los ojos e internamente dirigimos la mirada debajo de la punta de la nariz. Relajamos el rostro.

Relajamos el vientre y llevamos la respiración por debajo del ombligo, respiramos poco, no hay movimiento, por tanto no se requiere apenas respiración.

Tomamos un compromiso de quietud, de inmovilidad.

Respiramos cada vez más lentamente, como si la respiración fuera cada vez más fina, delgada, más sutil.

Invitamos a nuestros sentidos a entrar adentro. Hay quietud no hay movimiento.

Invitamos al sentido del tacto a entrar adentro.

Invitamos al sentido del gusto a entrar adentro.

Invitamos al sentido del olfato a entrar adentro.

Invitamos al sentido de la vista a entrar adentro.

Concentración

Concentramos el oído en el corazón compasivo en el centro del pecho, dejamos que repose ahí y sólo escuchamos la palabra sagrada OM.

Esta sencilla meditación puede durar de quince a treinta minutos alargándola conforme se vaya practicando.

Para salir de la meditación hemos de volver a activar nuestra respiración y nuestros sentidos, primero, con varias  inhalaciones y exhalaciones profundas, luego movilizando los brazos estirándolos hacia arriba, bajándolos abriendo amplio hacia los lados y terminando con torsión de la columna a un lado y otro.

Nuestra mente ahora serena y despierta está preparada para acometer cualquier actividad con efectividad.

Swami Shankaratilaka

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